Las grandes historias se escriben con esfuerzo, dedicación, armonía y templanza, así se ha escrito la historia del Óvalo Sotelino en 80 años de pasión y estruendo.
Hay que recordar que un 6 de marzo de 1943 en la Ciudad de México, se inaugura el el majestuoso Hipódromo de las Américas una colosal construcción en un terreno de casi 60 hectáreas. El Óvalo Sotelino contaba con el espacio suficiente para la pista, caballerizas, estacionamiento y tribunas.En ese día tan especial, el Presidente de la República el Gral. Lázaro Cárdenas daba inicio a que una vez más el deporte de los reyes se abriera paso en la floreciente ciudad de México.
Desde aquel momento hasta hoy, han pasado ocho décadas, donde la afición Hípica ya mantenido una presencia muy importante que le da vida al Óvalo Sotelino donde grandes historias se han escrito con letras de oro y generado grandes leyendas.El primer ejemplar que logró la victoria en la pista del Óvalo Sotelino fue la yegua Torch Betty. A partir de ese momento, diferentes ejemplares han escrito su nombre en el libro de records del Hipódromo de las Américas. Como olvidar a Step By, Gay Dalton, Cachava, Guadamur, Nacozareño, Teziutlan, Voy por Uno, Gran Zar, Pikotazo, El Villano, Dilic, Alabastro, Locochon, Dominciano, Casty, Vivían Récord, Diamante Negro, Huitlacoche, Kukulkán e Iniesta, por citar algunos ejemplares que han dejado huella en la memoria y en los corazones de la afición Hípica por sus logros en México y a nivel internacional.En el Hipódromo de las Américas, ha sido un espacio de carreras no exclusivo para elites, a través de la historia familias, han estado presentes disfrutando el deporte de los reyes, donde la pasión, la adrenalina y en entusiasmo ha sido una constante.
El Hipódromo de Las Américas cumple 80 años y si se logra conjuntar esfuerzos y voluntades para recuperar el nivel de crianza de ejemplares, forjar jinetes y entrenadores de primer nivel, junto con propietarios, cuadras y ranchos comprometidos con el éxito, la victoria y trascender en el tiempo, el Óvalo Sotelino podría seguir escribiendo muchas páginas doradas de historias y sueños.
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