La sombra del Clembuterol, los entrenadores suspendidos y los ejemplares que tuvieron que bajarse del pódium en la carrera más importante de México, como lo es el Handicap de las Americas, aunado a los resultados de la Serie Hípica del Caribe, en donde la delegación mexicana obtuvo un segundo y tercer lugar en la Copa Dama del Caribe, un cuarto en el Clásico Internacional del Caribe, un retiro de la mejor carta de México, Veritas, así como el sensible fallecimiento de Victory Cash a causa de un severo cólico y la triste actuación de los ejemplares que participaron en la Copa Confraternidad, y finalmente, la decisión de que México sea país sede para la Serie Hípica del Caribe hasta el 2013, representan hechos y resultados nada amigables que deja este 2011.
Y algo debe hacerse de manera clara y contundente que permita sacar a flote la hípica mexicana.
No basta con hacer asociaciones de propietarios y tener en sus estatutos una lista de buenos deseos; sino que es indispensable poner en marcha acciones reales y contundentes que permita que la crianza nacional florezca nuevamente y brinde ejemplares de calidad a nivel local e internacional.
Los campeones se forman en la pista de carreras y los campeones nacen y se hacen.
Los campeones no surgen de la mercadotecnia hípica, los campeones alimentan la mercadotecnia hípica a través de sus éxitos, hazañas y resultados heroicos que obtiene en cada una de sus competencias.
La calidad de un ejemplar que es campeón en toda la línea, lo demuestra en las diferentes competencias de nivel en que participa y ante diferentes competidores. Un Campeón hípico no tendrá esa etiqueta, si sólo participa y compite contra los mismos competidores.
Un Campeón Hípico es aquel que en cada competencia se enfrenta con lo mejor a nivel local e internacional, por que su meta es ser el mejor.
Para un Campeón Hípico, lo monetario se lo deja a sus propietarios y su calidad es responsabilidad exclusiva de su entrenador y de todo el grupo que atiende sus principales necesidades, ya que de ellos depende si forjan a un gran campeón.
Para un campeón hípico lo más importante son los galardones obtenidos a sangre y fuego, y no a través de competencias a modo.
Y esto es lo que hace falta en México, forjar campeones de dicho y hecho, que representen a nuestro país a nivel internacional y demuestren su calidad con triunfos en cualquier escenario hípico en donde compita.
México ya no debe seguir viviendo de recuerdos a nivel internacional y debe hacerse algo para levantar nuevamente la bandera mexicana en las competencias hípicas internacionales. No sólo es el Caribe, sino que deben explorarse otros escenarios internacionales, podrán los criadores mexicanos tener la formula para brindarle a la familia hípica mexicana productos de primera calidad, competitivos a nivel local e internacional y futuros campeones. Se contará con entrenadores que sean capaces de generar y crear campeones de primer nivel que hagan historia y sean protagonistas. Se dispondrá de jinetes que brinden su máximo esfuerzo y lleven a los ejemplares al éxito. Contará la hípica mexicana con una afición hípica exigente que levante la voz cuando las cosas no están dando resultados y exija mayor atención a lo que se hace y deja de hacerse en la hípica mexicana.
México tiene el derecho y la responsabilidad de regresar a los primeros planos, y esta tarea le corresponden a todos los que hacen posible que en México exista el deporte de los reyes.
2011 un año de crisis para la familia hípica mexicana.
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